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jueves, 14 de febrero de 2019

SIMBOLOGÍA DE LA LECHUZA Y EL BÚHO




La lechuza -como el búho- es un animal nocturno que tiene un simbolismo ambivalente: temidas por muchos –por ejemplo, por la civilización china- por asociar estas aves con la oscuridad, la soledad, el frío y la melancolía, son consideradas por otros un tótem que ayuda y protege durante la noche, en las fases de oscuridad… Sea ésta física o espiritual.

Pero hay otro aspecto del simbolismo de la lechuza que menciona Guénon y que, por su importancia, no podemos pasar por alto: la lechuza es un animal nocturno… 

Vinculado, por tanto, a la luna. Ésta es la iluminadora de la noche… 

Por reflejo de la luz del sol que permanece oculto. 

El sol simboliza a la luz que procede directamente del Creador, mientras que la luna se asocia al reflejo de lo divino en lo creado, a la propiedad simbólica de la creación, a la posibilidad de la mente racional de captar un indicio del creador y ascender, mediante una hermenéutica adecuada o una gracia especial, a su directa contemplación.

La luna es símbolo de conocimiento indirecto, discursivo, progresivo, frío. 

La luna, astro de las noches, evoca metafóricamente la belleza y también la luz en la inmensidad tenebrosa. 

Pero no siendo esta luz más que un reflejo de la del sol, la luna es sólo el símbolo del conocimiento por reflejo, es decir, del conocimiento teórico, conceptual, racional; por ello se relaciona con el simbolismo de la lechuza. también por esta razón la luna es yin con relación al sol yang: es pasiva, receptiva. Es el agua con relación al fuego solar, el frío con relación al calor, el norte y el invierno simbólicos opuestos al sur y al verano.

Es, por tanto, la lechuza una buena compañera de viaje porque en nuestro camino todos pasamos por fases de oscuridad…

Y no sería bueno que nos perdiéramos en medio de la noche. 

Adecuemos nuestra mirada para percibir la luz en cuanto nos rodea, para ver con claridad nuestras sombras, para ser capaces de ver el rostro del Creador en toda su obra… 

También en nosotros mismos… 

Sólo así seremos capaces de iluminar nuestra vida y la de nuestros seres queridos, no sólo con la refleja y fría luz de la luna sino con el calor y el amor que nacen de un corazón contemplativo.

No temas a la noche ni a la oscuridad, abre los ojos y descubre en ellas Luz… Porque allí está, para quien sea capaz de descubrirla.

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