Para poder apoyar, hacer algo por otra persona y unirse a una causa, es primeramente necesario estar bien uno mismo. Si un satanista no está bien con su propia persona y si priva a sus seres más amados de un bien ¿qué hace entonces, queriendo sentirse el protector del mundo?
No puedes amar a todos ni a todo, ese concepto va en contra de todo dote natural de empatía. La empatía se define como aceptar hipotéticamente las situaciones de infortunio ajenas como si fuesen propias. Pues bien, si intentas sentirte agobiado por los problemas que aquejan a una gran cantidad de personas, no podrás canalizar tu empatía hacia quienes realmente te necesitan y sobre todo, a tus seres cercanos que en realidad deseas ayudar. Tu mente se perderá en pensamientos de apoyo dada la gran cantidad de necesidades ajenas en las que piensas, y no podrás canalizar tu esfuerzo ni en sentirte bien tú, ni en brindar el apoyo requerido. En lugar de ello, escoge dentro de tu círculo afectivo a los que, en primer término, puedes otorgar ayuda sin privarte de ella como tu propio plano primordial. No se trata de cerrar los ojos al mundo, claro que a un satanista le molestan las desigualdades sociales, los contrastes injustos y el mal reparto de los bienes. Pero el mundo ya era así cuando nacimos, ¿entonces? no nos vamos a enfrentar a un sistema que no puede cambiarse, ni mucho menos arriesgaremos el pellejo por una causa absurda. Si un satanista decide poner en juego su existencia, es sin duda, porque obtendrá un beneficio al salir airoso y el albur bien vale la pena de jugarse.
Las religiones espirituales han logrado acaparar feligreses con las prostituidas ideas de "ama a tu enemigo", "haz el bien a quien te hace mal" u "ofrecer la otra mejilla". Un satanista sabe que si lleva a cabo cualquiera de estos suicidios, se pone a merced de la desgracia y mucho menos le será posible ver por las personas amadas que le necesitan. Odia a tu enemigo, devuelve el mal que te hacen en proporción de cien a uno y si te golpean una mejilla tus detractores, reviéntales las dos. Y cuando alguien que fue amable contigo se vea en una situación de apuro, entonces no dudes en ir a servirle de utilidad sin ponerte en riesgo.
El satanismo es egoísmo hasta el punto en que reconoces que honestamente, debes un favor. El equilibrio de tu ser sabe que debes responder a quien te ayudó. También ese egoísmo es selectivo: ningún ser inocente que nada ha hecho por ser dañado merece sufrir pena; los satanistas reaccionamos como "poseídos" ante cualquier maltrato animal o infantil.
Satanista, ¿estás bien tú? sigue adelante. ¿Una persona que quieres está pasando por un mal momento? Haz lo necesario y a tu alcance para que te sienta cercano. ¿Un desconocido es agobiado? analiza si es una injusticia o son las consecuencias de su estupidez, antes de intervenir. ¿Un enemigo tuyo sufre una desgracia? ¡Alégrate y regocíjate por su penar!
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